sábado, 5 de junio de 2010

El niño Interior. El primer capítulo en la historia de Dr. Phyloel.


Hola queridos lectores y lectoras, es para mí un placer regresar con una infinidad de aprendizajes poderosísimos. Bienvenidos a este nuevo experimento, como saben, me fascina experimentar, probar cosas locas con mi blog… lo bueno es que siempre sale algo interesante: un aprendizaje, una reflexión, una frase que se hace famosa, etc. ¡Bienvenidos a mi historia!

Esta no es una autobiografía, es una historia psicológica. ¿Una historia psicológica? ¿Eso cómo se come, con qué se come y engorda? Suena raro ¿Verdad? Bueno, cuando decidí en marzo que iba escribir mi historia, pensé en hacer precisamente eso: una autobiografía, pero me arrepentí, quería algo diferente, algo que sirviera y que no se convirtiera en simplemente darle placer a los curiosos.

¡Tranquilo! Si eres un curioso también conocerás cosas de mi vida y te enterarás de algunos secretillos que estaban por ahí guardados en mi desván consciente (e inconsciente), pero principalmente, el objetivo de esta historia será que conozcas algo de mi vida y mis historia psicológica a través de mis personajes interiores que, a la vez, serán los mismos personajes de la seducción de los que hablamos en al post del detective.

Ahora sí ¿Qué es eso de la historia psicológica? Bien, la historia psicológica es una cosa que se me ocurrió luego de que en una sesión en la que trabaja con alguna persona acerca del pasado y la elaboración de los temas del mismo, se me ocurrió decirle una frase que se me quedó grabada:

“Tu pasado no es lo que viviste sino lo que recuerdas”.

Esta frase, tan corta y sencilla, tiene bastante contenido; sin embargo, hoy quiero que nos enfoquemos en que nuestro pasado realmente es aquello que vive en nuestra mente y la influencia que tiene en nuestra vida actual. De ahí viene la historia psicológica, por eso quiero hoy hacer iniciar mi historia, pero no como un recuento autobiográfico, sino como una exploración de lo que mi pasado ha dejado en mi cabeza.

Ahora bien, esa exploración, no será solamente de mi mente, de mi pasado psicológico; también será un viaje al interior de la mente de los lectores, con la intención de que se encuentren con sus personajes internos.

¡Pero esto es un blog de seducción Dr. Phyloel, ¿Cómo carajos espera que seduzcamos conociendo su historia psicológica y nuestra historia psicológica?! Probablemente ya habías pensado eso cuando empecé a escribir este post, razón por la cual le intención es que aprendas a leer las historias psicológicas de otros y, a partir de ahí, tener bases para la persuasión, la generación de empatía, la seducción y por qué no, para poder ayudar a otros. Recuerda, yo solo doy las herramientas, tú decides cómo las usas.

El personaje de hoy es ¡El niño Interior! El niño interior es aquel elemento de tu psiquis que te lleva al placer, que intenta transgredir las normas, que persuade, que manipula para lograr lo que quiere, que hace pataletas, que no piensa de manera racional sino que piensa en términos de consecución de la satisfacción del placer. Tu niño interior es tu Yo que desea. Si descubres tu niño interior, te darás cuenta de por qué hay ciertas cosas que te gustan, entenderás muchas dificultades que tienes, quizá entiendas porque eres muy atractivo a las personas y quizá te des cuenta de porqué a veces te deprimes. Tu niño interior es el primer rastro psicológico que ha dejado tu historia de vida, hace parte de ese pasado que recuerdas.

Viene una reflexión importante: cuando preguntes a alguien por su historia, no te contará su la misma versión siempre. ¡Haz el intento! Pregunta a una persona por su niñez y trata de recordar al máximo todo lo que te contó; al cabo de un tiempo (quizá dos o tres meses) pregúntale de nuevo sobre su niñez y quizá te contará un par de cosas más que no te había contado antes o, incluso, hasta te de una versión nueva de su niñez. Agrandamos entonces la frase:

“Tu pasado no es lo que viviste sino lo que recuerdas; y lo que recuerdas depende de tu presente”.

Siendo así, el pasado que voy a narrar hoy no es exactamente lo que viví, sino lo que recuerdo según como me siento hoy, lo que vivo hoy y lo que hoy quiero lograr.

Lo que recuerdo de mi niñez es mi hermano gemelo a mi lado. Ese es mi primer recuerdo de mi niñez, recuerdo que él tenía una cuna verde y yo una azul; recuerdo que balbuceábamos constantemente el uno con el otro, recuerdo a mi padre intentando que yo me volviera un aficionado al fútbol (y lo logró); recuerdo a mi hermana mayor como una gruñona mandona a quién le obedecíamos para satisfacer sus caprichos de fantasía en sus juegos y, en ocasiones, en la realidad; recuerdo cuando mi mamá me dio la primera lección sobre lo que significaba prometer algo; recuerdo que mi papá llegaba tarde a la casa y pedía un reporte de nuestro comportamiento… recuerdo de manera cómica el susto que me daba que mi madre le contara a mi padre acerca de las travesuras que hacía con mi hermano; recuerdo cuando mi mamá entró a la casa con mi hermano menor y que aún no comprendía cómo era el asunto, simplemente era un nuevo bebé, como si fuera un nuevo carro o un nuevo juguete, era un nuevo bebé…

Podría seguir con la lista y hay algo que me llama la atención y es que casi todos mis recuerdos son positivos y pintorescos y aquellos recuerdos negativos vienen a mí cuando los invoco; los cuales no son objeto de este blog… por lo menos no por ahora.

Aparece entonces algo más sobre la frase que hemos venido construyendo:

“Tu pasado no es lo que viviste sino lo que recuerdas; y lo que recuerdas depende de tu presente y en ocasiones podemos decidir qué recordar”.

Bueno, antes de que esto se vuelva una disertación filosófica sobre la relación existente entre el pasado y la memoria, o la verdadera existencia del pasado, enfoquémonos en un paso importante para recordar nuestra historia psicológica y es preguntarnos LO QUE PERSISTE DE NUESTRO NIÑO INTERIOR.

¿Qué persiste del niño interior en mi actualidad? Bueno, hay algunos rasgos que tengo de esa época de la que vienen esos recuerdos.

- Soy muy malo para aplazar la consecución del placer
- Soy glotón
- Soy bastante curioso, tanto así que es difícil que me den una sorpresa
- Confío mucho en las personas (lo cual en ocasiones me trae problemas)
- Pierdo el tiempo en ocasiones porque me distraigo con facilidad
- Me gusta que me digan cosas buenas de mi
- Soy consentido

Estos rasgos dominaron mi vida duramente mucho tiempo, generándome muchas dificultades, solo fue cuando los encontré, que los empecé a hacer relacionar con otros personajes de la seducción para que me colaboren con el tema.

¿Cómo aprovechar esa información? Úsala para entender cómo lo que aún hay de tu vida de niño te sirve como herramienta, qué cosas de ese pasado que recuerdas pueden darte pistas para entender comportamientos de la actualidad. Se libre de hacer las interpretaciones que quieras, así podrás entender infinidad de cosas de tu vida actual.

Ahora bien, cuenta historias de tu niñez en tus citas ocasionalmente y tendrás mucho poder de seducción. ¡Eso sí, cuenta historias positivas! Será un ejercicio doble: recordarás tu pasado y generarás atracción, recuerda que la ternura es poderosa cuando hablamos de seducción.

Para terminar, tienes que tener claro cómo usar esta información para seducir, es decir, cómo usar el niño interior del otro para seducirlo. La clave está en detectar qué persiste de su niñez. Para que lo entiendas mejor, me siento atraído por las mujeres tiernas, por las personas que me consienten y que les gusta pasarla bien independientemente de las cosas que tenga pendientes. Me gusta la frase “ya habrá tiempo para eso, vamos a comer un helado”. Me siento atraído por personas que no son psicorígidas y por las personas que hacen de todo un poco o al menos no le ponen resistencia a probar nuevas cosas.

Resumamos:

“Tu pasado no es lo que viviste sino lo que recuerdas; y lo que recuerdas depende de tu presente y en ocasiones podemos decidir qué recordar”.

En otras palabras, recuerda tu niño interior, enfócate en lo que persiste de tu YO infantil en tu YO actual y trata de aprender de ello; luego estarás listo para detectar el niño interior de los otros y empezar a usarlo para seducir. Muestra los rasgos del niño interior de la otra persona y podrás aumentar las probabilidades de atracción.

Vaya, qué post tan interesante, siempre al escribirlos salen distintos a como los había imaginado y, en esta ocasión, he quedado sorprendido con el resultado.

Recuerda, si estas comprometid@ con tu crecimiento personal, cuentas conmigo.